‘El Arquitecto de la moda’
Don Jesús del Pozo,
Comencé a escuchar hablar de usted hace unos cuantos años. Letizia Ortiz estaba a punto de convertirse en la princesa de Asturias y heredera consorte de la corona española y en México se hablaba mucho de ella. Como es sabido de todos, Doña Letizia portaba con mucho estilo y llenaba con singular gracia sus creaciones. Como bien menciono usted alguna vez: ‘Es importante que cada persona aporte algo de su personalidad, por eso trato de hacer moda dúctil y adaptable’ y en este caso ella aportaba mucha personalidad a sus diseños, los cuales veíamos todos en los medios de comunicación. Como se habrá enterado, en días pasados se le rindió un homenaje póstumo en la Universidad Politécnica de Madrid en la Escuela de Arquitectura, al cual tuve la gran fortuna de asistir. Ha sido un verdadero honor conocer más a fondo no solo al modisto español, si no al ser humano que fue a través de este homenaje, que aunque poseía ciertamente un carácter público, término muy íntimo.
Quiero recordarle que dejo usted aquí grandes amistades que lo recuerdan con gran cariño y admiración no solo por su excelente trabajo, sino por su entrega y dedicación a la realización del mismo. Todos coincidían en que fue usted un gran diseñador: innovador, desafiante, armónico, delicado, misterioso, diverso, estructurado pero sobre todo modesto y entregado. Luis Casanova nos platico su experiencia al lado suyo y hablando de su tesis doctoral recordó la inmensa creatividad de la que era poseedor al punto de poner nombre a cada color de sus telas: berenjena negro, rosa vieja, azul tinta, azul malva, etc. Otros colaboradores pero sobre todo amigos suyos hicieron intervenciones subrayando la calidad, proporción, innovación y diversidad de sus prendas que presento no solo en España, también en Francia y Japón. Vicente Verdú (escritor), Javier Vallhonrat (fotógrafo de moda), Alberto Campo-Baeza (arquitecto) y Joana Bonet (editora de Marie Claire) fueron algunos de los participantes en esta recapitulación tan intima de su memoria. Todos ellos convocados por Don Enrique Loewe (Presidente de la Fundación Loewe), quien fungió como organizador del evento, señor Del Pozo.
‘Jesús no llego a Almirante, Jesús era el almirante’ pronunciaba su gran amigo Alberto al tiempo que nos contaba grandes anécdotas de cuando fueron vecinos de taller en la calle del Almirante 9 -izquierda el modisto y derecha el arquitecto- donde unían los dos talleres para hacer las pasarelas por las cuales desfilaban sus estilizadas modelos enfundadas en sus perfectas creaciones. Mientras Don Alberto Campo-Baeza relataba sus viejas andanzas, Ana Belén, reía y recordaba. Echamos de menos escuchar la voz de su gran musa en un ‘palomazo’ que seguro le hubiera encantado a usted también escuchar. Su representación personal fue la de sus hermanas, sin embargo toda la gente congregada en el salón de actos de la institución nos dimos cita en el recinto para escuchar de usted y recordarle a escasos meses de su partida.
Esta gran tarde de unión entre el mundo de la moda y la academia no pudo haber tenido mejor sede que la escuela de Arquitectura. Usted, en cada una de sus creaciones, empleaba ese rigor constructivo y la técnica estructural propia de un arquitecto. El homenaje no solo dejo testimonio de la relación que existe entre ambas, permitió asimismo conocer un gran creador español desde un lado más personal. Principalmente, Don Jesús, nos enseño usted la bondad y humildad con la que trabajó durante toda su carrera. Y como bien decía, el triunfo solo se obtiene trabajando duro. Nos recordaba Joana Bonet una frase que usted le menciono: …‘de lo poco que ya me queda’… le puedo decir que aquí le quedan grandes admiradores y fieles seguidores, pero sobre todo grandes (grandísimos) amigos.