Reencuentro con Madrid
‘Candil de la calle, oscuridad en la casa’. Así reza el dicho y no hay una mejor manera para describir esta etapa que comienza. El viernes pasado nos reencontramos en Madrid tres grandes amigos que conocí hace ya varios años y les tengo una estimación muy especial. Después de las vacaciones de invierno (y que invierno el madrileño) decidimos que sería una buena opción conocer un lugar nuevo para nosotros en el que pudiéramos compartir todas las anécdotas de la vacación. Decidimos ir a Le Cabrera. El bar de Diego Cabrera abrió en 2010 y se habla bien de él en la ciudad, su amplia gama de ‘cócteles clásicos e innovadores’ le han valido un reconocimiento de la clientela que lo visita en sus dos direcciones en el centro de la capital española. La atención del personal (uniformados todos de El Ganso) es estupenda, es verdad que te hacen ‘…sentir el ambiente acogedor de un espacio diseñado para estar tan a gusto como en el salón de casa…’. La decoración del lugar está bastante bien llevada y los precios no son tan altos como nos habían comentado. Llegamos y nos instalamos en la barra ya que todas las mesas estaban ocupadas, después de la platicar las experiencias decembrinas salimos a fumar un cigarro y avisamos al bartender por cualquier cosa que regresaríamos pronto. La onda siberiana que tomo Madrid hace unos días nos hizo preciso volver antes de fumar el cigarro hasta la colilla y la gran sorpresa que me lleve fue que nuestro amigo en la barra nos había reservado el lugar en el que estábamos, como si hubiera puesto una cadena de antro alrededor de nuestro espacio que volvimos a ocupar con alivio porque cada vez llegaba más gente. Decidimos cambiar de aires y caminamos pocos metros para llegar a un lugar fantástico: el TONI2. Uno de los mejores afters de Madrid. El lugar es muy especial, la sensación que da es la de estar entrando a la sala de la casa de tus abuelos (sin agraviar). Un enorme piano de cola es quien junto con algún aficionado a la cantata se convierten en los protagonistas de la noche. En este ecléctico entorno convive gente de todas las edades cuyas voces se unen al unísono para entonar canciones de Raphael, Sergio Dalma, el maestro Sabina y José Luis Perales. Las copas van y vienen y el piano es quien las sufre, la gente se sitúa alrededor de él para cantar en un ambiente ‘familiar’ y rematar la noche con la música de ‘toda la vida’.