El bistrot del momento.
No es la primera vez que disfruto de una excelente comida en el Murillo Café del madrileñísimo barrio del Prado (EL PRADO). El fascinante lugar debe su nombre a su privilegiada ubicación: ‘A tiro de pichón’ de la puerta de Murillo (sur) del museo. Llegamos un poco después de la hora de la comida y, dada la alta demanda de la clientela, nos sentamos un momento en la gran barra que funge como antesala del comedor principal. Dicha barra, protagonista del Murillo, denota la esencia del restaurante. Decoración perfecta y equilibrada en la que la variedad de bebidas y macetas hacen de ornamento. El ambiente es una de las cosas más valiosas del restaurante. Relajado, divertido, sencillo y acogedor. Como si Eliza y Johanna (creadoras del concepto) nos invitaran a comer en sus casas. Esto se nota en todos los detalles y en los asiduos comensales: vecinos del barrio, amigos de las antes mencionadas y algunos que otros que aparecen después de visitar el Museo. La gente que frecuenta este sitio es guapa y bien vestida, disfrutan de las viandas (servidas siempre bajo la supervisión de sus propietarias) a la hora de comer, cenar o brunchear en el madrileño spot de moda. Las baldosas antiguas y las cornamentas que cuelgan de las paredes color beige contrastan con los muros de ladrillo aparente. La combinación de los muebles con los trofeos de caza provee un toque especial al entorno y ambientan un espacio tan agradable y generoso donde las flores naturales dan ese sentimiento de estar ‘como en casa’. Tomamos asiento en una de las organizadas mesas de la estancia principal y nos sentamos a disfrutar de una extraordinaria selección musical (que supongo saldrá del Ipod de las anfitrionas). Las ensaladas y los postres se antojan con solo repasar la carta. Nosotros probamos el secreto ibérico a voces y el pescado en papillote, dos clásicos del menú que son exquisitos. Los amables meseros no dudaron en recomendarnos uno de los postres hechos en casa, pero no queríamos comer más (claramente volveremos). Al terminar la comida con un buen café y levantarnos para retomar nuestro paseo por la zona, fuimos despedidos amablemente por la propia Eliza. Detalles como éste son siempre agradecidos, porque te hacen sentir valorado como cliente y dan cercanía y humanidad al espacio. Recomendable asistir a la hora de comer, donde la luz natural de la calle ilumina el gran espacio de la barra en la que se pueden disfrutar, además de excelentes bebidas, alguna botana típica española o uno de los zumos frescos (y coloridos) que se conservan en las botellas de cristal sumergidas en enormes hieleras, participando en la decoración del lugar que data de 1927. La labor de recuperación de este antiguo café es uno de los motivos para visitar el renovado y tan celebrado it place en la capital española. Enhorabuena.
Calle Ruiz de Alarcón, 27, 28014 Madrid, España.
Muy Estimado Sr. Muchisimas gracias por su blog (M)urillo y nuestro equipo…. Con palabras tan maravillosas de nuestro sitio!!! Lo hacemos con mucho cariño!!!! Esperamos verlo pronto! Un saludo Eliza