La Casa de Oro

Croquis Domus Aurea ACB

Croquis de la Casa Domus Aurea firmado por Alberto Campo Baeza en Monterrey, 2016

Domus Aurea fue el sobrenombre de la opulenta Villa Romana que el emperador Nerón mando reconstruir después del incendio del año 64 a. C. en la Ciudad Eterna. Sus paredes estaban cubiertas de oro, piedras preciosas y madre perla; y de sus techos de marfil calado caían flores y perfumes suntuosos en días de bacanales. La ‘Casa de Oro’ no solo es la traducción literal del latín para el arquitecto Alberto Campo Baeza. También es el concepto que le sirvió para nombrar la casa que acaba de construir en Monterrey, Nuevo León de la mano del arquitecto mexicano Gilberto L. Rodríguez.

Cuando le preguntaron a Campo Baeza el día de la inauguración en qué se había inspirado para concebir la Casa 202 del Sorteo Tec, respondió tajantemente: -en Barragán-. Un segundo después complementó su respuesta aludiendo a la escala, la proporción y el manejo de la luz del arquitecto mexicano Luis Barragán ganador del premio Prtizker de arquitectura en 1980. La siguiente pregunta del reportero pretendía desdoblar el programa arquitectónico de la vivienda y la respuesta no pudo ser más elocuente: ‘¿Cuántas recamaras tiene la casa?’ -las necesarias- pronunció el catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid desde 1986.

Si para Le Corbusier la arquitectura es ‘el juego sabio y magnifico de los volúmenes bajo la luz’ para el arquitecto español la arquitectura es el juego sabio –y preciso- de los volúmenes atravesados por la luz. «Hágase la luz». Y la luz se hizo. Alberto Campo Baeza se vale del primer material de la creación y con el inunda, atraviesa, barre, llena y vacía de luz los espacios que sueña para crear su arquitectura. ‘…es el material más lujoso que hay, el material más lujoso con el que trabajamos los arquitectos; pero como es gratis, no lo valoramos.’’ Y en la casa Domus Aurea no escatimó ni un poco de ella.

Campo Baeza manifestó hace algunos años en una entrevista que quería hacer ‘casas hermosas pensadas para pensar, para conversar, para amar, para habitar, para vivir: como un cielo en la tierra’. Y la primera obra del arquitecto español en México es una obra hermosa y potente: un cubo blanco –blanquísimo- de 3 niveles inundado de una luz casi divina ‘dorada como el dorado de Barragán’. La luz entra en diagonal a un espacio de doble altura por la arista sur del cubo y choca con el muro dorado para iluminar (en diagonal una vez más) la estancia en la planta baja también de doble altura.

Hijo de un Cirujano Militar y nieto de un Arquitecto, Campo se ha dedicado a ‘Buscar denotadamente la belleza’ en cada una de sus obras. Todavía soy capaz de escuchar ese tono pausado y sutil con el que en sus clases nos repetía los principios básicos de Vitruvio a mí y a mis 99 compañeros: Utilitas, Firmitas y Venustas. –La Venustas (Belleza) solo se consigue si se están presentes la firmitas (estructura) y la Utilitas (funcionalidad).- 

Hace unos días durante la inauguración de su obra,  le mencioné el cuadro dorado de Mathias Goeritz que cuelga junto a la ventana de la escalera de la Casa Barragán en el barrio de Tacubaya de la Ciudad de México. Alberto asintió con la cabeza. Ésa, presumo, habría sido su inspiración terrenal para concebir su muy sagrada Domus Aurea.

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