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En memoria de Alfonso Álvarez Miaja

PRESENTACIÓN DEL LIBRO

6/enero/2024

Bienvenidos a todos, hoy es un día muy especial para mí, pues además de que hoy 6 de enero, Alfonso Alvarez Miaja estaría cumpliendo 70 años, este evento marca la culminación de un proyecto muy entrañable en el que trabajamos durante todo el año pasado y que no hubiera sido posible sin la ayuda incondicional de mi papá, la disposición de la familia Alvarez Abraham, el apoyo de Fundidora Morelia y la generosidad de todos los que amablemente pusieron por escrito un testimonio acerca de nuestro homenajeado. Gracias a todos por eso y por estar aquí esta mañana pues el día de hoy no solo conmemoramos el cumpleaños de Alfonso, también celebramos el legado que dejó entre quienes tuvimos la fortuna de coincidir con él de tantas maneras.

Es por eso que, tanto para mí, como para mi papá, Olivia, Olivia hija y Natalia es un honor contar con la presencia y la participación de Augusto, Genovevo y Jesús quienes me acompañaran aquí con sus comentarios del libro ‘En memoria de Alfonso Alvarez Miaja’.

Antes de comenzar a hablar del libro, me gustaría contarles que esta fecha además de ser importante por el cumpleaños de Alfonso, este homenaje y la presentación del libro, es muy significativa para nosotros porque estamos en un lugar muy especial para toda la familia: la casa de mis abuelos. Más puntualmente al lado del Bar de Don-Al (el acrónimo de Don Alfonso, como llamaban a mi abuelo) donde mis abuelos empezaron una tradición que continúa hasta el día de hoy; la de tomar el aperitivo todos los sábados más o menos a esta hora. De aquellas reuniones sabatinas en el “bar de Donal” surgieron memorias entrañables, como el desarrollo del libro de mi abuela María Luisa Miaja Isaac (animada por mi papá y mi tío), la organización de las comidas de los Álvarez, la planeación de inolvidables viajes que hicimos en crucero por el Caribe y Alaska y también este proyecto.

Para ponernos en contexto del primer esbozo de lo que hoy estamos presentando, mi papá nos va a platicar lo que pasó antes de que empezáramos a ejecutar esta idea.

  • Palabras de Emilio Alvarez Miaja

CHARLA DEL LIBRO

El libro que tengo aquí en mis manos surgió a partir de varias visitas a su oficina en EISSA, en la que conservaba una pared llena de marcos que daban cuenta de su trayectoria profesional. Entre títulos, diplomas, reconocimientos, invitaciones y cartas de agradecimiento, conservaba algunas fotografías de momentos importantes de su vida que me llamaron mucho la atención. Con el cese de operaciones de la empresa, vino el abandono del que fuera su espacio de trabajo durante más de treinta años y teníamos que hacer algo para conservar todos estos valiosos recuerdos.

La primera idea fue hacer un álbum fotográfico y, aunque una imagen vale más que mil palabras, sentí que hacía falta un contexto en el cual se pudieran entender las fotografías que atesoraba Alfonso y que ilustran las diferentes etapas y momentos que protagonizó. Algún tiempo después, Jesús Ramírez (su yerno) me regaló una colección de testimonios en honor a Luis Robles Miaja, un primo lejano de Alfonso (a quien no conocí, pero sabía de su existencia) y me pareció una buena idea hacer lo mismo con las personas que aparecían en esas imágenes.

Gracias a la ayuda de mi papá, pude identificar a todos los retratados y con su opinión, determinamos ampliar la lista de participantes e incluir a otros amigos y familiares que tuvieron relación con mi tío. Desde luego, como en todas las selecciones, ni son todos los que están ni están todos los que son. Sin embargo, con el apoyo de mi papá y algunos amigos y miembros de la familia que colaboraron con propuestas, contactos y gestiones para reunir el testimonio de la mayoría de los invitados, se logró una muestra representativa de aquellos que trataron a Alfonso en los diferentes entornos en los que estuvo presente. Estoy seguro de que esta lista pudo ser mucho más grande debido al aprecio hacia el homenajeado y ofrezco mis disculpas por adelantado, pues sin ánimo de ofender ni dejar a nadie fuera, intenté incluir a las personas que sé que eran cercanas a Alfonso.

La convocatoria consistió en compartir alguna anécdota, recuerdo, memoria o experiencia por escrito para dejar evidencia de su paso por este mundo y entender el legado de Alfonso Álvarez Miaja entre quienes lo conocimos. Los textos, a manera de testimonios, pretenden contextualizar las fotografías mencionadas y relatar la trayectoria de su vida.

Con los textos recibidos y para darle una estructura al libro, decidimos organizar los relatos en tres secciones que además de distinguir la relación que tuvo cada uno de los firmantes en alguna, varias o en todas las etapas de su vida también nos desvela en cierto orden cronológico el paso de Alfonso por esta vida y como fue conociendo y relacionándose con cada uno de los que escriben. De los tres apartados viene la selección de los tres amigos de Alfonso que me acompañan aquí para hablar de él y del libro.

La primera sección se titula Alfonso el hermano, primo y tío que ponderó a la familia y a los amigos y en ella podemos descubrir historias de su infancia, sus primeros amigos, las enseñanzas que dejó en sus sobrinos, la relación que tuvo con sus yernos y un sinfín de anécdotas de su juventud al lado de su familia y sus amigos, especialmente de Augusto, para quien fue más que un amigo, un hermano.

  • Palabras de Augusto Caire

En las secciones sucesivas podemos encontrar testimonios que descubren las dos facetas más importantes en las que desarrolló su vida profesional. En Alfonso el ingeniero electricista, enlace de los empresarios con el gobierno encontramos sus inicios como profesionista en la Comisión Federal de Electricidad que sin duda influenciaron en su quehacer industrial; el nacimiento de EISSA, la empresa que fundó y dirigió por más de 30 años; y su primer acercamiento a la función pública en el que ‘tenía el afán auténtico de servir y lo movía el compromiso de que se hicieran bien las cosas’ como lo dejó por escrito Genovevo quién lo invitó a participar como Secretario de Desarrollo Industrial y Comercial a quien le cedo ahora la palabra…

  • Palabras de Genovevo Figueroa

Alfonso el ciudadano en la función pública y en la vida política de Michoacán es el título de la última sección del libro en la que su pasión por el servicio público se hace evidente y a la que se dedicó con absoluto compromiso a partir del momento en que comenzó a colaborar oficialmente como secretario y después con diferentes administraciones de manera oficial y oficiosa. En todas ellas rechazó cualquier remuneración económica y en palabras de Isidoro Ruiz, estuvo ‘siempre dispuesto a tender una mano, a hacer la llamada que se requería, a apaciguar las aguas turbulentas, a convocar a quienes era necesario; siempre para resolver, destrabar o impulsar un proyecto que él, o el grupo que se integraba a su alrededor, considerara relevante’. En esta tercera sección escribe Jesús Alva, a quien en casa de Alfonso se refieren como ‘el hijo que no tuvo’…

  •   Palabras de Jesús Alva

CIERRE

Sin duda cada persona que compartió sus vivencias y cada palabra escrita en este libro fue muy interesante para mí, y me hicieron descubrir muchos aspectos que no conocía de la vida de mi Tío. Y desde luego que hubo algunos descubrimientos muy interesantes a través de quienes compartieron sus recuerdos en textos y fotografías. Por ejemplo que los compañeros de Ingeniera Industrial en Electricidad se reunían todos los años en el mes de febrero; que Alfonso se escribía cartas con Tere su prima durante su etapa de estudiante en Monterrey; y en particular una que me cautivó. Y comparto primero una breve anécdota para poner en valor este tipo de proyectos que también a mí me interesan y emocionan. Cuando hicimos el libro de mi abuelo y fuimos a Capula a recoger el retrato que ilustra la portada al taller de Juan Torres, la esposa del maestro se acercó con nosotros para platicarnos que gracias a mi abuela, la Maestra Miaja, se había logrado construir la primera secundaria de Capula. Ni sus hijos estaban enterados de eso y de no haber sido por el libro, nunca lo habríamos descubierto.

Pues bien, en este libro podemos descubrir una anécdota extraordinaria que deja por escrito la inquietud de mi tío por inclusividad de las mujeres en el ámbito profesional gracias al texto de Alicia Valdespino Silva.

Después de haber recibido todos los textos y ya con las fotos escaneadas y retocadas para impresión y la estructura del libro planeada vino para mi otra parte muy emocionante que fue la del diseño y la realización del libro. Para eso nos ayudó David Kimura, quien además de encargarse de la parte técnica y editorial me propuso 3 colores para el libro: verde, ocre y gris. Desde el primer momento sentía que ninguno de los 3 tenía nada que ver con mi tío, pero avanzamos con el verde por ser un color vivo y agradable prácticamente hasta el final. Como pueden constatar el color final de la impresión dista mucho de ser verde y todos los aquí presentes podríamos asegurar que la primera impresión de Alfonso sobre el color morado de su libro no hubiera sido la más positiva. Quizás porque es un color que en nuestra construcción social está ligado al género femenino, y en el peor de los casos, a la iglesia…Pero nuestro homenajeado tampoco era alguien que ganara en la primera impresión y como lo dicen algunos textos del libro: ‘para quererlo había conocerlo’. Y este color, además de todas las acepciones que existen, tiene un significado muy especial y para mi representa bien a mi Tío, pues es el color de la tercera franja de la bandera de la República Española, el movimiento social y político que fue destituido por un golpe de estado que desató la Guerra Civil que trajo a nuestros ancestros a este país. Este bagaje cultural sin duda condiciono la manera de pensar y actuar de Alfonso quien se interesó en la historia de su familia y estaba (como algunos miembros de la familia) orgulloso de ser descendiente del General Miaja, el defensor de Madrid.

Para finalizar, me gustaría compartir con ustedes algunos motivos que fueron determinantes para la realización de este proyecto. El primero es que este libro es para mí una forma de agradecimiento hacia mi Tío por la generosidad que tuvo conmigo de manera personal y profesional con sus consejos y su confianza. El segundo porque estoy seguro de que él estaría muy orgulloso de este proyecto pues tuve la fortuna de colaborar con él en otros proyectos editoriales de la familia y se que le hacían especial ilusión y le entusiasmaba mucho dejar un legado escrito de quienes él quiso admiró. Y finalmente porque es un regalo para su familia con quienes estoy igualmente agradecido por su confianza y más importante este regalo es para Isabel, Ana, Patricio y Sebastián para que entiendan porqué su abuelo fue tan apreciado por su familia, amigos, colaboradores y tantas personas de Morelia y de Michoacán, y tengan la certeza de que Alfonso Álvarez Miaja trascendió en todos nosotros.

Muchas gracias.

Antes de cerrar este acto me gustaría abrir este foro por si alguien brevemente quisiera hacer algún comentario…

Trascender

(Introducción del libro En memoria de Alfonso Álvarez Miaja 1954-2022)

Las personas no se van si las mantenemos en nuestros recuerdos. El 13 de abril de 2022 nos dejó físicamente Alfonso Álvarez Miaja, pero su ejemplo y su determinación continúan guiándome en todos los aspectos de mi vida. Por eso, quise honrar su memoria con un homenaje en virtud de todo lo que aprendí de él y las buenas memorias que guardo y que sigo recordando cada día, desde su partida.

La idea surgió a partir de varias visitas a su oficina en eissa, en la que conservaba una pared llena de marcos que daban cuenta de su trayectoria profesional. Entre títulos, diplomas, reconocimientos, invitaciones y cartas de agradecimiento, conservaba algunas fotografías de momentos importantes de su vida que me llamaron mucho la atención. Con el cese de operaciones de la empresa, vino el abandono del que fuera su espacio de trabajo durante más de treinta años y teníamos que hacer algo para conservar todos estos valiosos recuerdos.

La primera idea fue hacer un álbum fotográfico y, aunque una imagen vale más que mil palabras, sentí que hacía falta un contexto en el cual se pudieran entender las fotografías que atesoraba Alfonso y que ilustran las diferentes etapas y momentos que protagonizó. Algún tiempo después, Jesús Ramírez (su yerno) me regaló una colección de testimonios en honor a Luis Robles Miaja, un primo lejano de Alfonso (a quien no conocí, pero sabía de su existencia) y me pareció una buena idea hacer lo mismo con las personas que aparecían en esas imágenes.

Gracias a la ayuda de mi papá, pude identificar a todos los retratados y con su opinión, determinamos ampliar la lista de participantes e incluir a otros amigos y familiares que tuvieron relación con mi tío. Desde luego, como en todas las selecciones, ni son todos los que están ni están todos los que son. Sin embargo, con el apoyo de mi papá y algunos amigos y miembros de la familia que colaboraron con propuestas, contactos y gestiones para reunir el testimonio de la mayoría de los invitados, se logró una muestra representativa de aquellos que trataron a Alfonso en los diferentes entornos en los que estuvo presente. Estoy seguro de que esta lista pudo ser mucho más grande debido al aprecio hacia el homenajeado y ofrezco mis disculpas por adelantado, pues sin ánimo de ofender ni dejar a nadie fuera, intenté incluir a las personas que sé que eran cercanas a Alfonso.

La convocatoria consistió en compartir alguna anécdota, recuerdo, memoria o experiencia por escrito para dejar evidencia de su paso por este mundo y entender el legado de Alfonso Álvarez Miaja entre quienes lo conocimos. Los textos, a manera de testimonios, pretenden contextualizar las fotografías mencionadas y relatar la trayectoria de su vida. A través de estas memorias podemos, asimismo, descubrir la relación que tuvo con cada uno de los firmantes, lo que nos enseñó y cómo lo recordamos. La extensión se dejó a consideración de cada persona y, con todos los escritos reunidos, editamos con mucho cariño este volumen que servirá para recordarlo siempre.

Quiero también expresar mi agradecimiento para cada uno de los que aquí escriben, no sólo por haberse tomado el tiempo de poner sus memorias y recuerdos por escrito (lo cual, aunque parece fácil, no lo es), y por la generosidad al compartir con nosotros sus valiosos testimonios: son el más vivo retrato de Alfonso y, gracias a ellos, tendrá el eco que merece. Gracias a mi papá por la confianza de siempre y por hacer posible la ejecución de esta idea.

Cuando era niño y vivía en Morelia, me pasaba muy seguido que las personas que saludaban a mis papás les comentaban que conservaban muy buenos recuerdos de mis abuelos y me platicaban alguna anécdota de cómo los conocieron, la relación que tuvieron o de qué forma estaban agradecidos con ellos. Esta colección de testimonios quedará también para que cuando a Isabel, Ana, Patricio y Sebastián les pasé lo mismo, entiendan porqué su abuelo fue tan apreciado por su familia, amigos, colaboradores y tantas personas de Morelia y de Michoacán, y tengan la certeza de que Alfonso Álvarez Miaja trascendió en tantos de nosotros.

Emilio Álvarez Abouchard

El tío ejemplar y generoso

(Extracto del libro En memoria de Alfonso Álvarez Miaja 1954-2022)

Cuando pienso en el recuerdo más vivo que tengo de mi tío Alfonso, me vienen de golpe a la cabeza los guayabazos que nos tiraba los domingos después de comer en la casa de mis abuelos. En esa cochera y jardín de la Chapultepec Norte transcurrió mi niñez y pasaba todo. Cumpleaños, pijamadas, comidas de los Álvarez, cenas de Navidad, sábados de aperitivo y las inolvidables comidas familiares de los domingos. El ritual era sagrado para todos los miembros de la familia: los hombres se iban al Estadio Morelos una hora antes de que empezara el partido y las mujeres aprovechaban ese tiempo, y lo que duraba el partido, para “ayudar a Doña Luisa”. Los “mequetrefes” íbamos casi siempre al partido de “el Morelia”, salvo ciertas ocasiones de visitas ilustres en las que recuerdo contemplar a la tía Atala con las señoras jugando “la pula” antes de la hora de la comida (el verdadero motivo de su reunión anticipada). Los golpes en el portón de la cochera anunciaban la llegada de “los señores” para comenzar la liturgia del séptimo día.

En la cava de la casa encontrábamos paquetes individuales de Sabritas y dulces Pelón Pelo Rico que mi abuelo nos compraba, y los devorábamos nada más pisar el bar de Donal (acrónimo de don Alfonso ideado por sus hijos). Los platos salados variaban entre carne asada, carnitas michoacanas y la comida española de mi abuela: ensalada rusa y cocido madrileño; pero el postre siempre era el mismo: las paletas de hielo de La Michoacana que llevaban los Álvarez Abraham. Después de comer y pelear por las paletas de cajeta, venía el momento más emocionante de la tarde para mi hermano y para mí. Mientras los señores fumaban puro y las señoras jugaban cartas, mi tío Alfonso nos tiraba como proyectiles las guayabas que se daban en los árboles del jardín de mis abuelos mientras brincábamos en el “tomblinggg”. La actividad no duró más de tres domingos (debido al enfado de mi abuela por las manchas en las paredes y el olor después de algunos días), pero fue suficiente para que se quedara grabada de forma indeleble en mi cabeza. El cuarto domingo cambiamos las guayabas por zapatos y mi tío disfrutaba igual viendo cómo nos reíamos al esquivarlos, lo mismo que nos retorcíamos de dolor cuando nos pegaban.

Cuando comencé con este proyecto pensé que sería muy fácil escribir un texto acerca de mi tío Alfonso, pues conviví con él desde que tengo memoria en calidad de sobrino, lo apoyé en algunos proyectos editoriales de la familia e incluso tuvimos una relación comercial cuando construimos el Edificio Avenida Central. Todo lo contrario. Empecé por escribir las anécdotas familiares de mi infancia que recuerdo con más claridad y después puse por escrito algunas enseñanzas que me quedaron grabadas del proceso de construcción del edificio. Sin embargo, cuando quise darles formato a mis escritos, comencé a describir al Alfonso que está retratado en muchos de los testimonios de este volumen. El hombre honesto, transparente, pragmático, conciliador, franco y fiel a sus ideales. Qué complicado me pareció querer dar un testimonio íntimo de una persona que admiro también por su trayectoria profesional. Por lo que leí en los textos que me enviaron, Alfonso era el mismo conmigo que con todas las personas con las que trataba. Dice el dicho que la verdad no peca, pero incomoda. Y así eran siempre sus opiniones e intervenciones, hablaba con claridad, aunque a veces escucharlo podía llegar a irritarnos. A la larga, todos sus dichos se olvidaban pues sus acciones eran más trascendentales que sus duras palabras.

Alfonso Álvarez Miaja era el hermano mayor de mi papá y cuenta la leyenda que cuando nací, mi abuelo quería llamarme Hugo. Mis papás se opusieron rotundamente, alegando que me llamaría Emilio, y por fin podría ser el hermano grande para vengar los abusos de hermano mayor hacia él. Yo entendía poco de esto porque veía que se llevaban muy bien. Juntos organizaban las comidas en Las Garzas y lo veíamos muy seguido los sábados para nadar en el club. Al Campestre llegaban los dos hermanos con su six de cervezas Modelo Especial para aguantar el calor y asolearse junto a la alberca. En cuanto crecimos, los sábados del club cambiaron por sábados de aperitivo en la casa de mis abuelos (tradición que continúa hasta hoy) en las que el pretexto era vernos y, el motivo, leer los periódicos y comentar la actualidad. “Hola huevonggg”, me saludaba siempre mi tío y las mentadas de madre de su parte eran siempre indefectibles, ya fueran por el futbol, la política, el tema que se tratara en ese momento /o la música que ponía mi abuelo de, entre otros, Juan Gabriel, Rocío Dúrcal, Marco Antonio Solís, Mocedades y María Dolores Pradera. De aquellas reuniones sabatinas en el “bar de Donal” surgieron memorias entrañables, como el desarrollo del libro de mi abuela María Luisa Miaja Isaac (animada por mi papá y mi tío), la organización de las comidas de los Álvarez y la planeación de inolvidables viajes que hicimos en crucero por el Caribe y Alaska. El apodo que se ganó “Alfonsito” por organizar el minuto a minuto de los tours fue el de “Viajes Ponchito”.

Si tuviera que describir a mi tío Alfonso con un solo adjetivo diría, sin temor a equivocarme, que fue un hombre muy generoso. Y aunque sería injusto no mencionar todas sus demás cualidades, al escribir estas líneas me doy cuenta de que la síntesis de su paso por esta vida fue la de ayudar desinteresadamente. Pero no desde una perspectiva filantrópica o por caridad al prójimo, si no desde su inteligencia para solucionar problemas, su transparencia en la manera de pensar y actuar, y desde su franqueza para enfrentar todo tipo de situaciones. “Ayúdate que yo te ayudaré”, y él estuvo siempre para quien se esforzara en hacer bien las cosas. Lo hizo con sus más cercanos, los miembros de su familia y sus amigos; con su ciudad, al involucrarse en proyectos urbanos para mejorar Morelia, y también con su estado a través de sus cargos públicos e impulsando a la iniciativa privada desde distintos frentes. Imposible no mencionar su honestidad y su coherencia, otras de sus cualidades más valiosas y por las que mejor lo recuerdo siempre. Su convicción y su lealtad a sus ideales fueron claves para la credibilidad que ostentó durante toda su vida, pues la manera en la que pensaba era exactamente igual a la forma en la que actuaba, manteniéndose siempre al margen de vanidades y superficialidades. Desinteresado del aplauso y el reconocimiento, lo que de verdad le importaba era que las cosas se hicieran bien y con transparencia.

Para mi tío la familia era muy importante. A partir de la publicación de las memorias de mi abuela, escritas por ella misma a golpe de teclado, Alfonso se dio cuenta del peso de su apellido en la historia de España y se interesó por el exilio español en México. Devoró todos los libros del tema, estudió toda la historia de la Guerra Civil española y terminó acercándose a España con sigilo. Al cabo de los años, se convirtió en uno de los temas que más le interesaban y eso significó un reencuentro con su tío Fernando Rodríguez Miaja (sobrino, yerno y secretario del general Miaja, mi bisabuelo) que lo llevó a tener algunas charlas con él vía correo electrónico y presenciales. Juntos estuvimos en la celebración de los 100 años del tío Fernando en la Ciudad de México en 2017 y la última vez que se verían, en julio de 2019, cuando murió su hermana Gloria Álvarez Miaja. También considero que para Alfonso eran significativas algunas tradiciones, como las comidas de los Álvarez (que junto con mi papá ofrecieron los últimos años) y la de los sábados de aperitivo en el bar de Donal. Cuando éste quedó vacío, él ocupo la silla de mi abuelo y continuó con la costumbre de recibir familiares y amigos para charlar y tomar la copa, con sus características mentadas de madre incluidas. En este nuevo capítulo del bar también se fraguaron proyectos muy emocionantes, como el Edificio Avenida Central; la reedición del libro de mi abuela Sombras y luces del ayer, éxodo de recuerdos, y la planeación y edición de la biografía de mi abuelo Alfonso Álvarez Barreiro, un trabajo que le entusiasmaba muchísimo y del cual, me atrevo a asegurar, estaba muy orgulloso.

Cuando tuve la oportunidad de tratar con él de una manera “diferente” fue cuando me hizo un primer encargo para la remodelación de un salón de fiestas que había comprado para convertirlo en espacios de trabajo para sus hijas. El programa era de consultorios y oficinas, que no mucho tiempo después se convertiría en el edificio que construimos y que aloja la Clínica dermatológica de sus hijas, Cromina. Fiel a su manera de actuar, visitaba muy poco la obra y en sus escasos recorridos se mantenía en silencio, solamente observando los avances y haciendo apuntes y preguntas técnicas enfocadas sobre todo en su materia: el proyecto eléctrico. Recuerdo que yo trataba de convencerlo de que era un buen proyecto diciéndole que era versátil y que, eventualmente, podría convertirse en oficinas o viviendas. Y él me dijo una sola vez con su conocido tono de voz: “Yo sólo quiero una clínica”.

Cuando terminamos el edificio, me citó un par de veces en su casa para comentar algunos desperfectos del proyecto y sus posibles soluciones. Como siempre, fue duro con sus comentarios, pero me dio muchos consejos que me han servido en mi vida profesional. Siempre estaré agradecido con él y su familia por la confianza absoluta que depositaron en mí para diseñar uno de los proyectos que hasta hoy es de los más importantes de mi carrera como arquitecto.

Durante la construcción del edificio, también lo visité en su oficina de eissa, la empresa de reparación de transformadores que había fundado en los ochenta y que dejó de dirigir hace algunos años para convertirla en una cooperativa. Quería enseñarme los muebles de su oficina por los que yo tenía especial interés, pues eran todos originales de Don Shoemaker y estaban muy bien conservados. “Tú eres al único que le interesan”, me dijo, una vez más, a su manera. Justo como era, fijamos un valor (muy considerable) por un lote de éstos y con eso me pagó parte de la supervisión de la obra. Alfonso nos dejó el 13 de abril del 2022 y pareciera que él mismo eligió el día de su partida, en Jueves Santo, para que fuera imposible celebrar la misa por su eterno descanso. Ese mismo año (en septiembre) murió Javier Marías, quien filoso y atinado parecía que disfrutaba incomodar a los lectores con sus columnas en la última página de El País Semanal, que leí muchos domingos. Fue una sorpresa para mí que partieran con unos meses de diferencia dos personas que decían exactamente lo que pensaban, generaban controversias y, considero, tenían el mismo carácter. A finales del año pasado volví a la oficina de mi tío para recoger otro lote de muebles que me heredó sin llegar a enterarse. Entre todos los tesoros que encontré y que dieron pie a este homenaje, descubrí en su estantería uno que llamó especialmente mi atención. Convencido de que los objetos nos recuerdan nuestras vivencias y cuentan las historias de nuestro paso por esta vida, ¿qué historia tendría que contarnos ese pequeño busto de Stalin?

Tío Alfonso, siempre estarás en mi memoria.

Con gratitud,

Emilio Álvarez Abouchard

Cena en mi casa (Calavera)

A mis abuelos Luisa, Güera, Jorge y Alfonso; y a mi Tía Gloria

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Ya estaba todo a punto para el gran día,

por recibir estaba, muy especiales visitas.

Una sola noche a la vida volvían

para comer, brindar y olvidarnos de las cuitas.

 

Desde muy temprano Vicky empezó a cocinar

La probada Lasagna Julita ocurrió preparar.

Con el recetario herencia de Gloria comenzó a guisar…

cuando la occisa por la puerta muy puntual resultó entrar.

 

¡Señora! Le grito Vicky con la cara desencajada

-‘¿Que no te avisaron que venía?’

Le dijo Gloria soltando una carcajada

-‘…pero no que tan temprano llegaría’

 

El segundo en llegar fue Alfonso mi abuelo

Con su puntualidad ‘don de reyes’ se presentó.

Tanto trabajo le costó bajar del cielo

que con ‘limong’ y un tequila se niveló.

 

¡Bienvenido Compadre! A Don Jorge abrazó

-‘¿Qué hacemos aquí? a Morelia deberíamos de ir’

-‘Échate un tequilita, Compadre’, Don Alfonso le comentó:

-‘Para ver a Monarcas perder mejor me quedo aquí’

 

Más tarde Luisa y Güera se presentaron con prisa.

Su vodka y su Petróleo ya estaban en la mesita.

-‘Venimos de la peluquería’ se morían de la risa

Porque en realidad se había alargado la jugadita.

 

Todos en la chorcha estaban cuando La Parca sin avisar tocó la puerta

-¿Que hacen todos aquí si ustedes ya se habían petateado? preguntó

Venimos desde el cielo sin poder rechazar la oferta

-‘A mí ni me vean’, Vicky se sonrojó.

 

-‘Vengo por el tal Emilio, un Arquitecto…

el que organiza todos los días una pachanga o una cena,

me mandaron sus vecinos que lo quieren ver muerto.

¿Dónde estará el infeliz creador de esta verbena?

 

Emilio Alvarez Abouchard, Ciudad de México 2019

MiMorelia.com

No importa cuando leas esto, seguramente estás a punto de visitar la ‘ciudad de la cantera rosa’ y estás buscando recomendaciones para tu viaje.  Soy un orgulloso moreliano que promueve su ciudad aquí, allá y acullá; y a petición de varios amigos he ido enlistando los lugares que más me gustan y me parecen más interesantes para compartirlos contigo, con ellos y con todos los que quieran tener un recuerdo inolvidable de Morelia.

Hoteles, restaurante, bares, cafés, edificios, monumentos y escapadas de un día componen esta selección probada y aprobada por amigos muy queridos como Juan y Maca (España), Natalia (Colombia), Claudia (Brasil), Max (España), Karen, Ana Paola, Sara, Sofía y la familia Alvarez (México) quienes han visitado la capital michoacana y han disfrutado de estos planes.

Cada quien habla como le va en la feria y tus comentarios acerca de estos y otros lugares/planes son bien recibidos para enriquecer la selección y seguirla compartiendo a todos los amigos que visitan Morelia. Espero que estas recomendaciones sean de tu interés y te ayuden a disfrutar nuestra ciudad para que la recomiendes allá donde vayas.

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La fachada de la catedral de Morelia como remate de la calle Benito Juarez
 

ALOJAMIENTO

Casa DN (Calle Dr. Juan N. Navarro #129 Chapultepec Oriente)

Si el tipo de alojamiento que prefieres es más contemporáneo, te recomiendo esta casa en una de las colonias más céntricas desde donde te puedes trasladar fácilmente hacia todos los puntos cardinales de la ciudad. La propiedad está atendida por mi hermano y mi cuñada; y la remodelación y el diseño de interiores lo hicimos con mucho cariño en mi oficina. ¡Todo queda en familia!

Maja Hotel Boutique (Calle Manuel Carpio 21, Vista Bella)

En este hotel del otrora pueblo de Santa María de Guido te sentirás como en casa, concretamente en la de la familia Huerta. Pues eso era antes de que lo reformaran y lo convirtieran en un acogedor hotel con una de las mejores vistas al centro de Morelia. No te pierdas los uchepos en el desayuno.

Casa Grande  (Portal Matamoros 98 A, Centro)

Hotel Boutique ubicado en una de las esquinas más lindas del Centro Histórico. Sus 12 suites se encuentran sobre el portal Matamoros a un costado del Teatro homónimo y la vista de la Catedral desde su terraza en el tercer piso es majestuosa. La adecuación de esta casa antigua fue proyectada por los arquitectos yucatecos Reyes Ríos + Larraín y llevada a cabo junto a la arquitecta restauradora Gloria Angélica Álvarez Rodriguez.

Villa Montaña (Calle Patzimba 201, Vista Bella)

Hotel Boutique en el barrio de Santa María de Guido al sur de la ciudad. Sus jardines son maravillosos y las vistas de la ciudad son inmejorables.

Cantera 10 (Calle Benito Juárez 63, Centro Histórico de Morelia)

Hotel Boutique en el corazón del Centro. La decoración de interiores es contemporánea y los cuartos que dan a la calle son los mejores para ver la Catedral en diferentes horas del día.

Casa Madero (Av Francisco I. Madero Ote 137, Centro Histórico de Morelia)

Hotel Boutique contemporáneo a 1.5km de la Catedral dentro del primer cuadro de la ciudad. Vale la pena visitar el Callejón del Beso, las Tarascas y el Jardín de Villalongín.

Casa San Diego (Av Acueducto 197, Centro Histórico de Morelia)

Hotel Boutique contemporáneo a 1.5km de la Catedral dentro del primer cuadro de la ciudad. El hotel está sobre la Calzada Fray Antonio de San Miguel, un elegante paseo de cantera cuyo remate es la iglesia más bonita de la ciudad, el Santuario de la Virgen de Guadalupe.

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El ‘túnel’ natural de los arboles de la Calzada de Fray Antonio de San Miguel

RESTAURANTES

Lo primero que debes probar al pisar Michoacán son las Carnitas, porque como las de aquí, no las hay en ningún lado. En Morelia, las de Don Raúl son las que tienen las mejores instalaciones y son tan buenas que incluso salieron en el documental de Netflix ‘Las crónicas del Taco’ (Carpinteros de Paracho 1007, Vasco de Quiroga)

Santomate (Calle Patzimba 56, Vista Bella)

El miembro más nuevo de la familia de restaurantes de Las Trojes se presenta fresco, joven y en tendencia. Simplemente no puedes irte de Morelia sin conocer el lugar más instagrameable de la ciudad. Te recomiendo el Pulpo Lobuonda, los Tinos y el Ribeye de cerdo en salsa de mango habanero. La comida está a la altura de su arquitectura (proyectada y ejecutada por Daniela Bucio Sistos) y el ‘pastel inclusivo’ no tiene desperdicio (pídelo como pastel de cumpleaños)

Lu Cocina Michoacana (Portal Hidalgo 229, Centro Histórico de Morelia)

Comida típica de Michoacán en plein air bajo el Portal Hidalgo en el corazón del Centro Histórico. A cargo de la Chef Lucero Soto, todo está delicioso pero vale la pena probar la Botana Cantinera, las Corundas y las Enchiladas placeras. El mejor plan es sentarse en el portal para ver pasar gente y escuchar la música de la Estudiantina en directo.

La Conspiración de 1809 (Portal Allende 209, Centro histórico de Morelia)

El vecino más nuevo del Centro Histórico se aloja en la Casa Michelena junto a Fortunata  y Jacinta (churrería) y el Café Michelena (cafebrería). Los tres locales son imprescindibles por el diseño de interiores hecho por Luis Laplace, el diseñador argentino afincado en París. La cocina de la Conspiración está a cargo de Cynthia Canela (otrora chef de San Miguelito) y el menú tiene platos estilo cantina. El Vasolote está buenísimo.

San Miguelito (Periférico Paseo de la República S/N, La Loma)

Un clásico de la ciudad a medio camino entre el barrio de Santa María y el Centro Histórico. Éste Restaurante Boutique es un clásico de Morelia donde la decoración es ecléctica y todo está a la venta. La comida mexicana es riquísima sobre todo el Pollo en salsa de tamarindo. No te puedes perder el ‘Rincón de las Solteronas’, una enorme ofrenda a San Antonio de Padua a quien previo ritual de adoración se hacen peticiones de matrimonio bajo los ojos de 850 representaciones del santo de los enamorados, todas de cabeza…

Tata Mezcalería (Bartolomé de Las Casas 511, Centro Histórico de Morelia)

Restaurante de cocina contemporánea a 1km de la Catedral dentro del primer cuadro de la ciudad. Su barra de mezcales y  la terraza son inmejorables. Comenzó como un speakeasy y se ha convertido en un referente tanto para turistas como para locales.

Chango (Sor Juana Inés de La Cruz 129, Centro Histórico de Morelia)

A escasos pasos de Tata, la cocina de Chango está a cargo de Daniel Aguilar Bernal, quien curtido en los porteños fogones de Buenos Aires, ha ido evolucionando su propuesta desde que abrió sus puertas. Ahora destacan los tacos gourmet como el de atún y camarón que son mis favoritos. Buen lugar para cenar y tomar tragos.

El Anzuelo (Perif. Paseo de la República 3180, Cinco de Diciembre)

El restaurante de mariscos más reputado de Morelia. Está fuera del Centro pero vale la pena la visita, sobre todo los domingos de Paella Valenciana hecha religiosamente cada día siete por Augusto Caire el dueño del lugar.

Bio (Av Lázaro Cárdenas 2870, Chapultepec Sur)

Fuera del Centro Histórico, el lugar y la locación no le hacen justicia a la comida y el servicio. Los platillos son de inspiración italiana pero con un toque menos convencional. Todo es EXQUISITO, pero la Brocheta de atún, el Risotto de curry y el Risotto a los dos quesos con camarones son las estrellas. No dejar de probar todos los Carpaccios: Alcachofa, Pulpo y Aguacate.

BARES

La oferta de bares en Morelia se renueva día sí y día también. Lo mejor es consultar al momento con algún moreliano, pero un clásico que lleva muchos años es Sanyago, bar tranquilo con trovadores en directo en el Centro Histórico.

SITIOS TURÍSTICOS CENTRO HISTÓRICO

Para conocer el Centro Histórico de Morelia no hay nada mejor que hacer un recorrido a pie con Deborah Lopéz (Guía Certificada por la Secretaría de Cultura de Michoacán) quien con toda su amabilidad te contará la historia de la ciudad y te ensenará los tesoros que posee. Pídele que no te deje de llevar a:

Santuario de la Virgen de Guadalupe (San Diego)

Calzada Fray Antonio de San Miguel

Templo de Santa Rosa de Lima

Catedral de Morelia

Palacio Clavijero (Exposiciones itinerantes de interés)

Palacio de Gobierno (murales de Alfredo Zalce)

Casa de las Artesanías (cúpulas)

Jardín y Conservatorio de las Rosas

Museo Casa Natal de Morelos

No te puedes ir de Morelia sin ver el espectáculo de luz, sonido y fuegos artificiales del alumbrado de la Catedral que se lleva a cabo todos los sábados a las 20:00h

MORELIA FESTIVALERA

La temporada estelar se lleva a cabo entre octubre y noviembre de cada año con los cosmopolitas Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y Festival de Música de Morelia Miguel Bernal Jiménez quienes han logrado poner los ojos del mundo en nuestra ciudad. Pero existen otros festivales durante todo el año que vale la pena conocer como el Festival Internacional de Órgano de Morelia Alfonso Vega Núñez, Morelia en boca (un festival internacional de gastronomía y vino que se celebra en mayo) y muchos más… 

ESCAPADAS 1 DÍA

Pátzcuaro

Es la ciudad más importante de la región lacustre a orillas del lago de Pátzcuaro. Para dormir te recomiendo el Hotel Posada la Basílica, La Siranda, La Casa de la Real Aduana y El Mesón de San Antonio; Para desayunar, el restaurante del Hotel Posada la Basílica tiene una vista espectacular; Para comer puedes ir al restaurante del Hotel Casa del Naranjo  y si quieres probar charales y pescado blanco hay que visitar al restaurante de la Hostería de San Felipe; para hacer turismo la visita a la Isla de Janitzio desde el embarcadero municipal es imprescindible.

Tzintzuntzan

Es uno de los pueblos más bonitos e importantes alrededor del Lago de Pátzcuaro. Visita la zona arqueológica de Las Yacatas que alguna vez fue templo ceremonial purepecha. Y no dejes de pasear por el Atrio de los Olivos de Vasco de Quiroga dentro del Convento Franciscano de Santa Ana.

Tupátaro

Se encuentra un poco antes de llegar a Pátzcuaro y la visita obligada es a la Iglesia de Santiago Apóstol cuya pintura del techo fue restaurada con la ayuda del consejo Adope una obra de Arte AC.

Tzintzuntzan Emilio Alvarez Abouchard

Interior del templo de San Francisco dentro del Convento Franciscano de Santa Ana en Tzintzuntzan, Michoacán

Paella Valenciana

‘El punto más cerca de Morelia al mar’ reza el lema de El Anzuelo, el restaurante de mariscos de referencia en la ciudad. Así se prepara la paella que sirven domingo si y domingo también…

Augusto Caire enciende su bocina portátil, se aprieta su mandil ‘de fundidor’ y se corona un sombrero para hacer frente al sol de mediodía. Así comienza el ritual de la preparación de su ya tradicional Paella Valenciana en El Anzuelo, el restaurante de mariscos que fundó hace 30 años con su esposa Silvia Segura en Morelia, Michoacán. El Ingeniero Caire ha preparado la paella todos los domingos desde 1987  y ha sido probada y aprobada por tres generaciones de su fiel clientela que ya comienza a traer a la cuarta: los hijos de los hijos de sus amigos. Es el Día del Padre y habiendo visto a México ganarle 1-0 a Alemania en el Mundial Rusia 2018 me permite observar y tomar notas de la preparación de su famosa creación. No solo para aprender a hacerla, también para dejar constancia escrita del manjar que ha deleitado tantos paladares morelianos durante todos estos años. Augusto enciende la leña con las cajas de madera de los vinos que se decantan en su restaurante y agarra sus palas de madera para iniciar la liturgia. El día del Señor queda inaugurado.

Augusto Caire Arriaga Paella Valenciana.jpg

El Ing. Augusto Caire y su Paella Valenciana

Ingredientes:

Aceite de Oliva

Tocino en trozos pequeños

Pollo en cubos

Cerdo en cubos

Ajo

Cebolla

Pimiento verde en cuadritos

Jitomate Crudo licuado

Chorizo Español en cuadros

Concentrado de Camarón

Caldo de Pollo

Sal de grano

Soya

Condimento ‘Carmencita Paellero’

Azafrán

Ejotes

Jaiba desmenuzada

Almejas en su concha

Arroz ‘impegable’ o ‘precocido’

Camarones

Calamares (Aros y colas)

Mejillones

Chicharos

Pimiento rojo

Modo de Preparación:

El Ingeniero empieza por verter aceite de oliva para nivelar la paellera. Agrega tocino, pollo y cerdo en cuadros y los deja freírse. Mas adelante agrega ajo, cebolla y pimiento verde. Durante algunos minutos se sofríen todos los ingredientes para después  agregar el jitomate crudo y se revuelve. Después incorpora el chorizo español previamente cortado en cuadros de 2cm aprox. Augusto toma perejil deshidratado entre sus manos y lo espolvorea sobre la mezcla. ‘Yo no le quitó nada y todos los ingredientes se cocinan juntos y forman parte del gusto de la paella porque el arroz es el que agarra todos los sabores’. El comentario viene a cuento porque hay quienes preparan la paella por etapas ‘sacando y metiendo’ los ingredientes para su preparación ‘por separado’. Es tiempo de lluvia y Augusto ‘calienta’ la leña debajo del asador ‘para que prenda más rápido’. Miguel Bosé y Carlos Vives amenizan el Día del padre mientras el jefe de los Caire Segura se celebra con su terapia dominical.

Augusto Caire Paella

Augusto agrega la sal a la Paella Valenciana que prepara todos los domingos desde 1987 y se sirve en su restaurante El Anzuelo, en Morelia, Michoacán.

Lo siguiente es agregar el concretado de camarón y el caldo de pollo. Una cerveza Stella Artois bien fría es hoy la gasolina para el Ingeniero que da vueltas alrededor del fogón al ritmo de la música. La proporción de sal es un puño para cada diez personas. ‘Luego la pruebo’ y si se pasa de sal hay que agregar papas y zanahorias crudas en pedazos grandes al momento de tener el caldo porque si no ‘no la salvas’ me comenta. Si el problema es contrario, la sal se diluye en caldo o agua caliente y se agrega a la paella aunque el arroz ya se haya incorporado. ‘Hay que calcular la leña porque si se arrebata es malo y si se ahoga también, y para terminar a la hora de la comida hay que estar pendiente’. Si el fuego llega a sofocarse, hay que darle ‘una soplada’ con lo que se tenga a mano ‘esto sigue siendo como el oficio de bracero’ me dice Augusto que prepara la paella con puntualidad inglesa y termina siempre a la misma hora.

Para agregar el azafrán, el Ingeniero mezcla en una olla: media taza de soya, un sobre de condimento ‘Carmencita Paellero’, un puño de azafrán y una pizca de colorante amarillo huevo para que le de color al arroz sin que quede ‘muy comex’. A la mezcla agrega un poco de caldo de pollo y la pone a fuego hasta el primer hervor, esto con la finalidad de que el azafrán suelte el color. Todo lo que se agrega en el sartén se queda ahí y llegará al plato final, me repite. Después de dejar hervir la paellera cerca de 15 minutos se agrega el menjurje del azafrán y se riega media botella de vino blanco. ‘La paella la estoy haciendo para 40 personas, escalo en dieces’. La proporción de arroz es de 1kg por cada 10 personas, en su caso 1,100gr para prevenirse de que la clientela siempre ordena su paella con más arroz.

Para gustos hay colores y para paellas hay cocineros. Pero la del Anzuelo es personalmente especial,  pues Augusto ha perfeccionado la versión que aprendió de mi abuela María Luisa Miaja Isaac hace más de treinta años. Durante todo este tiempo de paellero el Ingeniero ha visto y ha sufrido de todo.  A propósito del azafrán, me platica la anécdota de la ocasión que agregó al sartén un colorante equivocado. El arroz le salió naranja y él, ni tarde ni perezoso salió al paso argumentando que los pistilos de azafrán se los habían traído de Grecia pero el sabor era el mismo. Efectivamente los comensales se comieron sus raciones sin mayor aspaviento y la paellera quedó vacía como todos los domingos.

Augusto mete una cuchara y prueba de sal. Agrega los ejotes y el resto de los concentrados. ‘Cuando empecé le ponía jaiba entera: una panza o una tenaza y pasaba pinzas a los comensales, pero no se la comían’. Lo que hace ahora es agregar la pulpa de jaiba antes de agregar las almejas en su concha. Después tira el arroz y lo distribuye con las palas de madera (reserva un poco para el final). El Ingeniero espolvorea los camarones y las colas de calamar. ‘Acomodas el arroz y ya no le mueves’, solo le proporciona ‘una arregladita’ para mezclar enseguida unas Almejitas Baby que vienen en lata y refuerzan el sabor de las almejas. ‘Dejé unos cuantos camarones para la segunda tirada de arroz’, me alecciona. Si el fuego se arrebata hay que sacar algunos leños. Agrega más tarde algunos calamares en aros ‘de los que se usan para los calamares anzuelo’ y después acomoda estratégicamente los mejillones, cuidando que no estén rotos y en caso de así sea, se tiran en la paella ‘encuerados’.

En la recta final de la paella, Augusto tapa la paellera para que recircule el vapor. La proporción de caldos es de 4-5L para la cantidad de arroz, es decir un litro por kilogramo más o menos. Probamos el arroz y todavía le hacen falta de 5 a 10 minutos con lo cual vuelve a tapar la paella. Los chícharos se pueden agregar cuando tiene un poco de caldo o al final para decorar junto con los pimientos rojos previamente sancochados en aceite de oliva que le dan el toque de color al platillo. La Paella Valenciana queda lista y la culminación del ritual es el último trago que le da a su ‘cervecita’. El Ingeniero lleva 31 años preparando su paella cada ocho días. Sea acompañado de un tequila, un mezcal o una cerveza ni el fútbol dominical lo distrae para cocinar cada domingo.  La preparación ha terminado, se prueba y se dice mmmmm.

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Aspecto final de la Paella Valenciana de El Anzuelo

Morelia, de cine.

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Hace doce años comenzó en nuestra ciudad el rodaje de una historia llena de éxitos. La visión global de Alejandro Ramírez; el espíritu creativo de Cuauhtémoc Cárdenas Jr. y el profundo conocimiento de Daniela Michel han sido los detonantes para, junto a un nutrido grupo de colaboradores, materializar este guion que se escribe con tinta indeleble en la historia de Morelia. El Festival Internacional de Cine de Morelia arranca hoy su décimo segunda edición y lo hace rodeado de una gran expectativa y de los vítores habituales.  Si las inaceptables conductas de nuestros políticos han sido de película, la muestra mexicana de cine más importante a nivel internacional es la ocasión perfecta para demostrar que en nuestro estado hay mucho más de lo que se proyecta en el mundo entero.

Con dos ciudades patrimonio como sedes para la magna celebración, Morelia y Patzcuaro recibirán a lo más granado de la comunidad cinematográfica internacional quienes se daran cita estos días para apreciar no solo cortometrajes y largometrajes extranjeros: el trabajo de cineastas michoacanos será reconocido, como todos los años, a través de la Sección michoacana y el Concurso Michoacano de guión de Cortometraje.

Para la función inaugural y casi como acto de superstición, el segundo del segundo lustro repite la fórmula del año anterior: Director Mexicano + Actores de Hollywood. Alejandro González Iñarritu llega hoy con Birdman a las salas de Plaza Morelia de la mano de Michael Keaton y Edward Norton. La película del ‘Negro’ abrió también la Mostra de cine de Venecia este año tal como lo hacía Cuarón y su Gravity el año anterior: en La Ciudad de los canales y en La Ciudad de la cantera rosa. Para no parar con las coincidencias, Emmanuel ‘El Chivo’ Lubezki, quien igualmente se encargó de la fotografía de la multipremiada  película de Alfonso Cuarón,  encabeza la Dirección de fotografía de esta, la primera proyección del FICM. Dos directores, dos películas, dos ciudades y dos festivales que podrían converger en el máximo galardón de la inductria cinematográfica el año entrante ¿será?

Birdman es la historia de un actor (Keaton) que quiere dejar atrás su fachada de superhéroe que le dio fama por la interpretación del titán que da el título a la película. El otrora -hombre pájaro- adapta un cuento de Raymond Carver, ‘De qué hablamos cuando hablamos de amor’, en una producción de Broadway poco exitosa que pretende ser su homenaje al escritor, a quien conoció en sus juventudes. Sus anhelos de honrar a Carver, quien lo alentó en sus inicios, lo llevan a contratar un actor de Hollywood como coprotagonista (Norton) para mantener a flote un barco que parece hundirse junto con sus relaciones sentimentales.

Por la alfombra roja del Festival de Cine han desfilado decenas de concebidos personajes de la industria quienes junto con los que nos hemos sentado en las butacas de Cinepolis, han disfrutado de inolvidables proyecciones. Los invitados de honor este año son Juliette Binoche, Amos Gitai, Pawel Pawlikowski y Pierre Rissient. Actriz, Director, Cineasta y Promotor; todos ellos se codearán con los habitués que año con año se deleitan con el cine, la gastronomía, las calles y los extraordinarios monumentos que engalanan nuestra ciudad. Si el FICM está a la altura de viejos y consagrados festivales como Venecia, Toronto, San Sebastián y Cannes (con el que además colabora en la Semana de la Crítica) nuestra ciudad no es la excepción. Morelia es la gran anfitriona de este y otros festivales culturales de talla internacional que no ha decepcionado ni a los creadores de la cita, interesados en que los convidados disfruten tanto de la ciudad como lo hacen del séptimo arte.

Celebremos pues, una vez más, esta manifestación de cultura, arte y talento. Una celebración en la que el cine es el pretexto perfecto para demostrar las buenas prácticas de tantas personas valiosas y que nos da motivo para seguir creyendo en nuestro estado y en nuestra ciudad. Este extraordinario evento de ancho calado servirá, no solo para intentar borrar las intolerables escenas que hemos visto pasar en lo más alto de nuestras administraciones, si no para promocionar y sentirnos orgullosos de nuestra regia Morelia. Cantemos “México lindo y querido” compuesta por nuestro paisano Chucho Monge, a quien se rinde tributo esta edición , y disfrutemos de nuestra hermosa ciudad, tan excepcional que pareciera que solo existe en el cine.

Sígueme en twitter: @ebuenavida

(Artículo publicado en Les habitués de FC Gente con Estilo del Diario Provincia, 20 octubre 2014)

Maestro con M de Morelia.

(Artículo publicado en Les habitués por Emilio Buenavida en el suplemento FC Gente con Estilo del Diario Provincia #420 17 de enero del 2014)

Alfredo Zalce y sus bailarinas

Alfredo Zalce y sus bailarinas

Hace 106 años que Alfredo Zalce abrió sus ojos por primera vez en la región sur del lago de Pátzcuaro. Fueron sus observaciones las que, a través del tiempo, nos han permitido a tantos conocer y reconocer los exquisitos paramentos y valores culturales de nuestra tierra. Sus insuperables interpretaciones de lo cotidiano se unen a los usos y costumbres de nuestros paisanos y a los aires de un México post-revolucionario para retratar sus sentimientos y los pasajes de su vida. Sus coloridas pinturas, estilizadas esculturas y conmovedores grabados, nos han hecho gozar, reflexionar y sonreír a quienes nos conmueve su trabajo.

Aquellos afortunados que tuvieron el privilegio de convivir con el Maestro son inminentes testigos de su eterno compromiso con el trabajo. Fue el perpetuo matrimonio que sus manos mantuvieron con el lápiz lo que lo llevo a participar en la escena principal de una obra dirigida por José Vasconcelos, cuyo reparto de primera línea incluía nombres como el de Diego Rivera, con una nación que educar como telón de fondo.

Alfredo Zalce Torres regresó a territorio purépecha a mediados del siglo XX después un largo peregrinaje por la Ciudad de México y la península yucateca. Habiendo participado en diversos colectivos educativos (como maestro de primaria y en las Misiones Culturales) y artísticos (LEAR, TGP) en pro de la enseñanza en México, el calificativo de maestro lo llevaba pintado en el lienzo de su biografía. Zalce llegó a Morelia en 1950 para establecer definitiva residencia en la concurrida Avenida Camelinas y fundar, en esta misma dirección, la que sería su última morada y un taller de especial carácter.

Su estética cubista le valió para retratar tanto objetos como paisajes (Casa del cerro, 1975), personas y animales (El Gallo, 1979), y oficios y disciplinas (Adoberos, 1979), fascinando a tantas y tantas personas con su trazo y colorido. Zalce recurrió a los grandes nombres de las vanguardias europeas para crear un lenguaje propio e interpretar sus imaginarios a través del colorido de Matisse; retratar sus vivencias y costumbres en grandes lienzos como lo hiciera Chagall; y esculpir sus jocosas bailarinas con el gesto de las Señoritas de Avignon que pintara Picasso.

Don Alfredo encontró inspiración en cada persona, en cada rincón y en cada oficio que conoció. Dignificó siempre a los indígenas y enalteció la belleza de la mujer en la mayoría de sus trabajos. Su extensa producción no se limitó a la pintura y la escultura: el virtuoso artista exploró en terrenos tan diversos como la joyería, la cerámica y los tejidos, pasando por el grabado y la litografía. Un creador multidisciplinario cuya bandera era la humildad y no poseía ningún empacho en aprender de sus alumnos en un excepcional taller de puertas abiertas. Así, sus siempre queridas alumnas se convertían en sus musas, colaboradoras y, en algunos casos, hasta instructoras. El consagrado mentor, cuyos alumnos y admiradores con gran cariño y profundo respeto se referían a él como El Maestro, heredó sus conocimientos a un sinfín de personas y formó una cantidad importante de artistas de gran proyección, incluyendo nombres como el de Juan Torres, Gerónimo Mateo, Mara, Mizraím Cárdenas, entre muchos otros.

Impulsor de causas sociales, inquieto educador del pueblo, artista multifacético y enamorado de la figura femenina, Zalce dejó un legado artístico invaluable y un cúmulo de personas que lo recuerdan con especial afecto y admiración. Hace 11 años que el Maestro cerró sus ojos en esta ciudad para dejar de mirar y, aunque a muchos nos encantaría pasar por su cochera y volver a encontrarlo leyendo el periódico, o circulando por las calles en su antigua Brasilia, aquellos amigos, y sus admiradores, nos quedamos con lo más vivo del Maestro: su obra.

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El primero del segundo lustro.

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Con bombo y platillo arrancó el fin de semana anterior la mexicana cita con el séptimo arte. La señorial capital del estado de Michoacán se vestía de manteles largos para recibir a lo más granado de la comunidad cinematográfica internacional. Alfonso Cuarón apadrinaba el primer festejo de la segunda década del consagrado Festival Internacional de cine de Morelia con Gravity. Alejandro, Daniela y Cuauhtémoc, los flamantes creadores de la célebre eventualidad, daban el pistoletazo de salida mientras el aclamado director agradecía la proyección de su cinta en salas. El capricho de Cuarón fue atinadamente concedido y la ceremonia de inauguración tomó lugar en un entorno que no era el habitual. El cacareado largometraje protagonizado por dos de los más conocidos rostros de Hollywood comenzaba con retraso en distintas salas de Cinepolis Plaza Morelia el viernes por la tarde. Obra de Manuel Rocha (padre del arquitecto Mauricio Rocha), el teatro José María Morelos y Pavón ha sido sede de anteriores ceremonias de inauguración, verbigracia la de la décima edición. El estreno de ‘No’ del chileno Pablo Larraín se proyectaba por todo lo alto con Gael García como actor principal de la cinta e indiscutible protagonista del evento en un no muy lejano 2012. El recinto teatral se ha convertido en el sitio oficial de la proyección inaugural de un festival  cinematográfico de talla internacional. Los asistentes a la primera proyección del FICM disfrutamos de Gravity con los lentes bien puestos en formato 3D. Las profecías se cumplían al transcurrir de las imágenes de Sandra Bullock flotando en el infinito. Como apuntaría Carlos Boyero, la película nos tenía en una ‘tensión de primera clase’. No era solo el descontrol de los cuerpos oscilando en gravedad cero lo que nos ponía al filo del desespero; las inmejorables interpretaciones de la talentosa Bullock y el magnífico George Clooney nos obligaban a acompañarlos en su incertidumbre por sobrevivir y su angustia de regresar a salvo a la vida terrenal. La ansiedad se apersonaba constantemente durante la hora y media de proyección. Mientras los astronautas fluctuaban en un abismo espectacular incorrectamente proclamado ‘espacio’, los cinéfilos nos afianzábamos más a la butaca. Los límites del infinito son inexistentes y los cuerpos quedaban constantemente a la deriva dejando como estela un resquemor poco habitual entre los que gozábamos de la epatante función. Fue el desconcierto mismo que nos hizo perder uno de los cabos de la historia.  El cortometraje de Jonás Cuarón se proyectaba acto seguido de los créditos del largometraje de su padre como parte de la historia de la cinta. La aclamada película escrita por el clan Cuarón (padre e hijo) había sido presentada en otras importantes citas de la gran pantalla. San Sebastián acogió de maravilla la película de los mexicanos y la 70 edición de la Mostra de Venecia abría su ciclo con Gravity y sus protagonistas. Tanto allá como aquí la aceptación fue rotunda y los augurios se han ido cumpliendo uno detrás del otro. Ya con la luna a cuestas, puntual arribaba la concurrencia al coctel de inauguración en el insuperable Palacio de Gobierno de Michoacán. La colorida y tradicional Danza de los Viejitos abría la pista de baile colocada en el patio principal del palacio. Bajo la mirada atenta de los revolucionarios de Zalce, los jocundos acordes de la fémina al torno ponían a bailar a los trasnochados cinéfilos. El ánimo nocturno se extendió hasta la tarde del día siguiente con el arribo de una escuálida estudiantina que se paseaba por los portales de la otrora Calle Real de Morelia. El abarrotado corredor compartía viandantes con una concurrida Cerrada de San Agustín. Javier Marín hace uso de este espacio para ponerse a tono con Alfonso Cuarón. Una tercia de colosales cabezas de bronce parece haber caído en la mitad de la ciudad imitando el gesto de la capsula de la Dra. Ryan Stone. El artista lanza el contrapunto poniendo por manifiesto el efecto de la gravedad que el director desafiaba para rodar su película. El emocionante gesto de las habitables esculturas nos generaba, como lo había hecho Gravedad, un sinfín de sentimientos. El encuentro de las artes y  de viejas amistades en un entorno inmejorable, nos conducían al éxtasis mientras chocaban nuestras copas. Por el cine, por el arte, por los amigos y por la ciudad de la cantera rosa.

Historias que se beben.

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Escondido detrás de la puerta del número 511 de la colonial calle de Bartolomé de las Casas, un íntimo y agradable entorno sorprende los parroquianos que suenan la puerta para ingresar al (michoacanísimo) paraíso. Bautizada como mezcalería, Tata es mucho más que una cantina de elite moreliana. El concepto de ofrecer a los comensales una ‘cocina de autor’ inspirada en ‘lo autóctono y lo regional’ marcha fenomenal bajo la batuta de Fermín Ambas, quien forjado en los porteños fogones de Buenos Aires consigue un equilibrio estupendo en cada una de sus creaciones logrando el agasajo total de la concurrida convocatoria. Al ojo del amo engorda el caballo y los creadores del it place de Morelia lo tienen claro, son ellos mismos quienes reciben a su gente como quien abre la puerta de su casa. El espíritu del restaurante recupera la antigua usanza de nuestra tierra y resulta tan propio y original que deviene una experiencia completa.  La tradición artística de la mano michoacana se aplaude en el Tata; el mobiliario, diseñado y fabricado en Pátzcuaro ex profeso para el lugar, convive con creaciones de cobreros de Santa Clara y alfareros de Capula quienes contribuyeron con sus piezas para, junto con artistas contemporáneos morelianos, lograr una armonía en el paramento del restaurante.  Interesantes pinturas, fotografías y grabados cuelgan de las paredes de la añeja casa en el primer cuadro de la ciudad, son ellas quienes probablemente contarían las historias de los convidados, todos amigos, que se acodan en el intrínseco e insuperable patio de Tata para degustar los manjares morelianos regados todos de mezcales y cervezas artesanales.

Bartolomé de Las Casas 511, Morelia, Michoacán

http://www.tatamezcaleria.com.mx